lunes, 27 de mayo de 2013

Silencio.

Si algo debe quedar claro es que las palabras no se las lleva viento, las palabras perduran en la mente, se marcan en nuestra piel. Sean susurros o gritos, sean palabras tristes o palabras de amor. Y es que el mayor regalo que tenemos es el de la palabra; el del lenguaje. 
Eso no significa que siempre debamos utilizarlo, el silencio también es un regalo. Conecta a las personas en un momento simultaneo, un momento mágico. Y supongo que eso es lo que me unió a ti, tu capacidad de callar y decirlo todo, de mirarme y hacerme sentir. Sentir la gracia de cada uno de tus movimientos, el olor de tu ropa, el tacto de tus manos calientes al acariciarme la cara, la cintura..., el sonido de tu voz y el sonido de tu silencio. 
Enamoras, con cada una de tus mil virtudes y me encantas con tus otros mil defectos. Prefiero infinitamente más discutir contigo que hacer el amor con cualquier otra persona. 
Porque te quiero y vivo con la certeza de que esto, no se lo llevará ni el viento ni la marea; ni nada ni nadie.

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