Sí, tiempo después de haber escrito mi último post aquí, he vuelto. Muchas cosas han cambiado desde entonces, demasiadas. He pasado de no encontrar el camino hacia la felicidad hasta tropezarme de bruces con ella. Es verdad eso que dicen que no se puede explicar ese sentimiento que tienes cuando eres feliz... yo sí sé explicarlo e incluso me atrevería a resumirlo con una palabra: él. Esa personita con la que he pasado tantísimas cosas en tan sólo un par de años. Esa persona con la que compartí momentos de tristeza y enfados y a la que le bajaría la luna si hiciese falta. Esa persona con la que todavía comparto momentos de alegría absoluta. Es gracioso escribir con tanta tranquilidad, con tanta paz cuando tienes millones de cosas importantes que hacer... Pero así es ese efecto que produce él en mí, que tan sólo con mirarle y rozarle sientas que nada más a tu alrededor importe, que sólo con verlo sonreír por cualquier tontería te sientas la persona más complacida del mundo. Y es que algo tiene que haber ahí arriba para que en tan sólo en un tiempo cambies de no saber qué hacer con tu vida, a saber que simplemente quieres compartirla con él el resto de tus días. No creo en las reencarnaciones, aunque sé que me faltarán demasiadas para agradecerle todo lo que ha hecho y demostrado por mí en tan poquito tiempo... De lo que estoy completamente segura es de cuánto lo quiero, que mi vida sin él no tendría ni pies ni cabeza y por el mismo motivo voy a intentar llegar a la altura para hacerle el hombre más feliz del mundo, eso lo juro.
Creo que no me olvido de nada más por decirle, sólo volver a darle las gracias infinitamente por estar a mi lado y jurarme que será así siempre.
Te amo,
mi amor.
