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Y es intentarlo una y otra vez, no darme nunca por vencida. Superar todas las pruebas, saber elegir quien merece la pena y quien no. Levantar la cabeza bien alta y acordarme de mi objetivo, la razón por la que estoy luchando, lo que no soportaría perder. Esto me ha hecho fuerte, tan fuerte que ahora se fingir muy bien cuando estoy mal, tanto que a veces me engaño hasta a mí misma. Sé reírme de mis fracasos, o simplemente pasar de ellos, demostrarle a la vida que no voy a llorar pudiendo estar riéndome a carcajadas. Que si alguien te hace algo malo, es un gilipollas que no te merece, pero también que si quieres a alguien tienes que luchar por él, que no importan las lágrimas que te cuesten, o lo tengas que sufrir, siempre estarás orgullosa de haberlo intentado.